PÁGINA 2. CUENTO "LA VENTANA ABIERTA" DE SAKI. CUENTO "EL CONTADOR DE CUENTOS" DE SAKI.



CUENTO: "LA VENTANA ABIERTA". SAKI.

-Mi tía bajará enseguida, señor Nuttel -dijo con mucho aplomo una señorita de quince años-; mientras tanto debe hacer lo posible por soportarme.

Framton Nuttel se esforzó por decir algo que halagara debidamente a la sobrina sin dejar de tomar debidamente en cuenta a la tía que estaba por llegar. Dudó más que nunca que esta serie de visitas formales a personas totalmente desconocidas fueran de alguna utilidad para la cura de reposo que se había propuesto.

-Sé lo que ocurrirá -le había dicho su hermana cuando se disponía a emigrar a este retiro rural-: te encerrarás no bien llegues y no hablarás con nadie y tus nervios estarán peor que nunca debido a la depresión. Por eso te daré cartas de presentación para todas las personas que conocí allá. Algunas, por lo que recuerdo, eran bastante simpáticas.

Framton se preguntó si la señora Sappleton, la dama a quien había entregado una de las cartas de presentación, podía ser clasificada entre las simpáticas.

-¿Conoce a muchas personas aquí? -preguntó la sobrina, cuando consideró que ya había habido entre ellos suficiente comunicación silenciosa.

-Casi nadie -dijo Framton-. Mi hermana estuvo aquí, en la rectoría, hace unos cuatro años, y me dio cartas de presentación para algunas personas del lugar.

Hizo esta última declaración en un tono que denotaba claramente un sentimiento de pesar.

-Entonces no sabe prácticamente nada acerca de mi tía -prosiguió la aplomada señorita.

-Sólo su nombre y su dirección -admitió el visitante. Se preguntaba si la señora Sappleton estaría casada o sería viuda. Algo indefinido en el ambiente sugería la presencia masculina.

-Su gran tragedia ocurrió hace tres años -dijo la niña-; es decir, después que se fue su hermana.

-¿Su tragedia? -preguntó Framton; en esta apacible campiña las tragedias parecían algo fuera de lugar.

-Usted se preguntará por qué dejamos esa ventana abierta de par en par en una tarde de octubre -dijo la sobrina señalando una gran ventana que daba al jardín.

-Hace bastante calor para esta época del año -dijo Framton- pero ¿qué relación tiene esa ventana con la tragedia?

-Por esa ventana, hace exactamente tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día. Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en una ciénaga traicionera. Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preverlo. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo.

A esta altura del relato la voz de la niña perdió ese tono seguro y se volvió vacilantemente humana.

-Mi pobre tía sigue creyendo que volverán algún día, ellos y el pequeño spaniel que los acompañaba, y que entrarán por la ventana como solían hacerlo. Por tal razón la ventana queda abierta hasta que ya es de noche. Mi pobre y querida tía, cuántas veces me habrá contado cómo salieron, su marido con el impermeable blanco en el brazo, y Ronnie, su hermano menor, cantando como de costumbre "¿Bertie, por qué saltas?", porque sabía que esa canción la irritaba especialmente. Sabe usted, a veces, en tardes tranquilas como las de hoy, tengo la sensación de que todos ellos volverán a entrar por la ventana...

La niña se estremeció. Fue un alivio para Framton cuando la tía irrumpió en el cuarto pidiendo mil disculpas por haberlo hecho esperar tanto.

-Espero que Vera haya sabido entretenerlo -dijo.

-Me ha contado cosas muy interesantes -respondió Framton.

-Espero que no le moleste la ventana abierta -dijo la señora Sappleton con animación-; mi marido y mis hermanos están cazando y volverán aquí directamente, y siempre suelen entrar por la ventana. No quiero pensar en el estado en que dejarán mis pobres alfombras después de haber andado cazando por la ciénaga. Tan típico de ustedes los hombres ¿no es verdad?

Siguió parloteando alegremente acerca de la caza y de que ya no abundan las aves, y acerca de las perspectivas que había de cazar patos en invierno. Para Framton, todo eso resultaba sencillamente horrible. Hizo un esfuerzo desesperado, pero sólo a medias exitoso, de desviar la conversación a un tema menos repulsivo; se daba cuenta de que su anfitriona no le otorgaba su entera atención, y su mirada se extraviaba constantemente en dirección a la ventana abierta y al jardín. Era por cierto una infortunada coincidencia venir de visita el día del trágico aniversario.

-Los médicos han estado de acuerdo en ordenarme completo reposo. Me han prohibido toda clase de agitación mental y de ejercicios físicos violentos -anunció Framton, que abrigaba la ilusión bastante difundida de suponer que personas totalmente desconocidas y relaciones casuales estaban ávidas de conocer los más íntimos detalles de nuestras dolencias y enfermedades, su causa y su remedio-. Con respecto a la dieta no se ponen de acuerdo.

-¿No? -dijo la señora Sappleton ahogando un bostezo a último momento. Súbitamente su expresión revelaba la atención más viva... pero no estaba dirigida a lo que Framton estaba diciendo.

-¡Por fin llegan! -exclamó-. Justo a tiempo para el té, y parece que se hubieran embarrado hasta los ojos, ¿no es verdad?

Framton se estremeció levemente y se volvió hacia la sobrina con una mirada que intentaba comunicar su compasiva comprensión. La niña tenía puesta la mirada en la ventana abierta y sus ojos brillaban de horror. Presa de un terror desconocido que helaba sus venas, Framton se volvió en su asiento y miró en la misma dirección.

En el oscuro crepúsculo tres figuras atravesaban el jardín y avanzaban hacia la ventana; cada una llevaba bajo el brazo una escopeta y una de ellas soportaba la carga adicional de un abrigo blanco puesto sobre los hombros. Los seguía un fatigado spaniel de color pardo. Silenciosamente se acercaron a la casa, y luego se oyó una voz joven y ronca que cantaba: "¿Dime, Bertie, por qué saltas?"

Framton agarró deprisa su bastón y su sombrero; la puerta de entrada, el sendero de grava y el portón, fueron etapas apenas percibidas de su intempestiva retirada. Un ciclista que iba por el camino tuvo que hacerse a un lado para evitar un choque inminente.

-Aquí estamos, querida -dijo el portador del impermeable blanco entrando por la ventana-: bastante embarrados, pero casi secos. ¿Quién era ese hombre que salió de golpe no bien aparecimos?

-Un hombre rarísimo, un tal señor Nuttel -dijo la señora Sappleton-; no hablaba de otra cosa que de sus enfermedades, y se fue disparado sin despedirse ni pedir disculpas al llegar ustedes. Cualquiera diría que había visto un fantasma.

-Supongo que ha sido a causa del spaniel -dijo tranquilamente la sobrina-; me contó que los perros le producen horror. Una vez lo persiguió una jauría de perros parias hasta un cementerio cerca del Ganges, y tuvo que pasar la noche en una tumba recién cavada, con esas bestias que gruñían y mostraban los colmillos y echaban espuma encima de él. Así cualquiera se vuelve pusilánime.

La fantasía sin previo aviso era su especialidad.




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EL NARRADOR DE CUENTOS. Cuento de Saki.





Era una tarde calurosa y el coche del tren estaba sofocante como correspondía; la próxima parada era Templecombe, a una hora de viaje. Los ocupantes del compartimiento eran una niña pequeña, una más pequeña y un niño pequeño. Una tía de los niños ocupaba el asiento de una esquina, y en el rincón más alejado del otro lado, iba un señor solo que era extraño al grupo, pero las niñas pequeña y el niño se habían adueñado del compartimiento. Tanto la tía como los niños practicaban la conversación de un modo limitado y persistente, que recordaba las atenciones de una mosca casera cuando se niega a desanimarse. La mayoría de las frases de la tía parecían comenzar por “no habas” y casi todo lo que decían los niños empezaba con un “¿por qué?”. El hombre solo no decía nada en voz alta.

- No, Cyril, no – exclamó la tía, cuando el pequeño comenzó a golpear los cojines del asiento produciendo una nube del polvo a cada golpe.

- Ven y mira por la ventana – agregó. El niño se acercó de mala gana a la ventana.

- ¿Por qué están sacando esas ovejas del potrero? – preguntó.

- Me parece que las están llevando a otro potrero donde hay más pasto. – dijo débilmente la tía.

- Pero si hay montones de pasto en ese potrero – protestó el niño -, no hay sino pasto. Tía, hay montones de pasto.

- Tal vez el pasto del otro potrero es mejor – sugirió la tía a la loca.

- ¿Por qué es mejor? – fue la pregunta inmediata e inevitable.

- ¡Mira esas vacas! – exclamó la tía. En casi todos los potreros a lo largo de la vía férrea había vacas y novillos, pero la tía hablaba como si hubiera descubierto una rareza.

- ¿Por qué es mejor el pasto de otro potrero? – insistía Cyril.

El hombre solo comenzó a fruncir el ceño. Era un hombre duro y desconsiderado, decidió la tía en su interior. Ella era completamente incapaz de llegar a ninguna conclusión satisfactoria sobre el pasto del otro potrero.

La niña más chiquita creó una variante cuando comenzó a recitar “por el camino de Mandalay”. No sé sabía sino el primer renglón, pero hacía el máximo uso posible de sus limitados conocimientos. Repetía el renglón una y otra vez en una voz ensoñadora pero resuelta y muy audible; al hombre le parecía como si alguien le hubiera apostado a que no era capaz de decir el renglón en voz alta dos mil veces sin parar. Cualquiera que fuera quien la había apostado parecía estar perdiendo.

- Vengan acá y les cuento un cuento – dijo la tía, cuando el señor la miró a ella dos veces y luego miró la cuerda de la alarma.

Los niños se acercaron a la tía sin ningún interés. Era evidente que, con ellos no gozaba de gran fama como contadora de cuentos. En voz baja y confidencial, interrumpida a intervalos frecuentes por las preguntas petulantes hechas en voz alta por sus oyentes, empezó a contar una poco animada historia, deplorablemente insulsa, sobre una niñita que era buena, y se hacía amiga de todo el mundo por lo buena que era, y al final la gente la salvaba de un toro bravo por que admiraban su carácter moral.

- ¿No la hubieran salvado si no hubiera sido buena? – preguntó la más grande de las niñitas. Era exactamente la pregunta que hubiera querido hacer el hombre.

- Bueno, si – admitió la tía de manera insegura -, pero no creo que hubieran corrido tan rápidamente a ayudarle si no la hubieran querido tanto.

- Es el cuento más estúpido que he oído – dijo la mayor de las niñitas con inmensa convicción.

- No atendí después de la primera parte, era tan estúpido – dijo Cyril.

La niña más pequeña no hizo ningún comentario sobre el cuento, pero hacía rato que había vuelto a repetir en voz baja su renglón favorito.

- No parece usted un éxito como contadora de cuentos – dijo de pronto el hombre desde su rincón.

La tía saltó inmediatamente a defenderse del ataque inesperado.

- Es un asunto muy complicado contar cuentos que los niños puedan entender y apreciar al mismo tiempo – dijo secamente.

- No estoy de acuerdo con usted – dijo el señor.

- Tal vez le gustaría contarles un cuento – fue la réplica de la tía.

- Cuéntenos un cuento – le pidió la mayor de las niñas.

- Había una vez – empezó el señor -, una niñita llamada Bertha, que era extraordinariamente buena.

El interés de los niños, despierto durante unos instantes empezó a decaer al momento; todos los cuentos se parecían horriblemente, sin importar quien los contara.

- Hacía todo lo que le decían, siempre decía la verdad, mantenía su ropa limpia, se comía las galletas como si fueran torta de bodas, se aprendía las lecciones a la perfección, y era de muy buenos modales.

- ¿Era bonita? – preguntó la mayor de las niñas.

- No tan bonita como ustedes – dijo el señor -, pero espantosamente buena.

Hubo una ondulante reacción a favor del cuento, la palabra espantoso en conexión con la bondad era una novedad que se ensalzaba a sí misma.

Parecía introducir un tono de verdad que estaba ausente de los cuentos de la tía sobre la vida infantil.

- Era tan buena – continuó el señor -, que se ganó varias medallas de bondad, que siempre llevaba pegadas al vestido con alfileres. Tenía una medalla de obediencia, otra de puntualidad, y una tercera de buena conducta. Eran grandes medallas de metal y tintineaban una contra otra cuando ella caminaba. Ningún otro niño en la ciudad donde vivía tenía tantas medallas, de modo que todo el mundo sabía que ella debía ser una niña superbuena.

- Espantosamente buena – repitió Cyril.

- Todo el mundo hablaba de su bondad, y el príncipe del país llegó a saber de ella, y dijo que como era tan buena tenía permiso para ir una vez a la semana a pasear por el parque real, que quedaba en las afueras de la ciudad. Era un bello parque y a ningún niño se le permitía entrar, de modo que era un gran honor para Bertha que la dejaran visitarlo.

- ¿Había ovejas en el parque? – preguntó Cyril.

- No - dijo el señor -, no había ovejas.

- ¿Por qué no había ovejas? – fue la pregunta siguiente a es respuesta.

La tía se permitió una sonrisa, que hubiera podido describirse como una mueca de burla.

- No había ovejas en el parque – dijo el señor -, porque la madre del príncipe había soñado que a su hijo lo mataría o una oveja o un reloj le cayera encima. Por esa razón el príncipe nunca tuvo ni ovejas en el parque ni relojes en su palacio.

- ¿Al príncipe lo mató una oveja o un reloj? – preguntó Cyril.

- Sigue vivo, de modo que no sabemos si el sueño se cumplirá – dijo el señor con tono despreocupado-, de todas maneras, no había ovejas en el parque pero sí montones de cerditos corriendo por todas partes.

- ¿De qué color eran?

- Negros con las caras blancas, blancos con manchas negras, negros del todo, grises con parches blancos, y algunos completamente blancos.

El narrador hizo una pausa para dejar que la idea completa del parque y sus tesoros entrara en la imaginación de los niños; luego continuó:

- Bertha se puso bastante triste por no encontrar flores en el parque. Les había prometido a sus tías, con lágrimas en los ojos, que no cortaría ni una sola de las flores del bondadoso príncipe, y pensaba cumplir su promesa, de modo que, por supuesto, no encontrar flores que cortar la hacía sentirse tonta.

- ¿Por qué no había flores?

- Porque los cerdos se las habían comido todas – dijo el señor con prontitud -. Los jardineros le habían dicho al príncipe que no podía tener flores y cerdos juntos, así que decidió tener cerdos y no flores.

Hubo un murmullo de aprobación ante la excelente decisión del príncipe, mucha gente hubiera decidido lo contrario.

- El parque tenía muchas otras cosas deliciosas. Había estanques con peces dorados, azules y verdes, y árboles con loros preciosos que decían cosas inteligentes apenas se les hablaba, y pájaros cantores que se sabían todas las tonadas populares de moda. Bertha se paseaba de un lado a otro y gozaba inmensamente y pensaba: “Si yo no fuera tan extraordinariamente buena, no me hubieran dejado venir a este bello parque y gozar de todo lo que hay en él” y sus tres medallas tintineaban y le ayudaban a recordar lo maravillosamente buena que era. Justo en ese momento, un enorme lobo entró a merodear en el parque a ver si podía agarrar un cerdito gordo para comérselo en la cena.

- ¿De qué color era? – preguntaron los niños, mientras su interés aumentaba por momentos.

- De color barro por completo, con la lengua negra y unos ojos grises claros que brillaban con ferocidad indecible. Lo primero que vio en el parque fue a Bertha; su delantal estaba tan inmaculadamente blanco y limpio que se podía notar a gran distancia. Bertha vio que el lobo se dirigía hacia ella, y empezó a desear que nunca la hubieran dejado entrar al parque. Corrió lo más rápido que pudo, y el lobo se le vino detrás a grandes saltos. Logró llegar a un macizo de arbustos de mirto y se escondió en la parte más espesa. El lobo olfateaba entre las ramas, con la negra lengua afuera del hocico y los ojos grises claros brillantes de rabia. Bertha estaba espantosamente aterrada, y decía para sí misma: “si no hubiera sido tan extraordinariamente buena ahora estaría a salvo en el pueblo”. Sin embargo, el aroma del mirto era tan fuerte que el lobo no podía olfatear a Bertha en su escondite, y los arbustos eran tan espesos que hubiera podido buscar mucho tiempo sin encontrarla, de modo que pensó que sería mejor irse a cazar más bien un cerdito. Bertha temblaba fuertemente con el susto de tener al lobo olfateando tan cerca, y al temblar, la medalla de obediencia golpeaba contra las de buena conducta y puntualidad. El lobo ya se marchaba cuando oyó el ruido de las medallas que tintineaban y se detuvo a escuchar; sonaron otra vez en un arbusto muy cercano. Se lanzó entre los arbustos, con un resplandor de ferocidad y de triunfo en los ojos grises claros, y arrastró a Bertha y la devoró hasta el último trocito. Todo lo que quedó de ella fueron los zapatos, pedazos de ropa, y las tres medallas ganadas por su bondad.

- ¿Alguno de los cerditos murió?

- No, todos se salvaron.

- El cuento empezó mal – dijo la menor de las niñas -, pero tiene un final muy bonito.

- Es el cuento más bonito que he oído en mi vida – dijo la mayor de las niñas, con inmensa decisión.

- Es el único cuento bonito que yo he oído en mi vida – dijo Cyril.

- ¡Es un cuento muy poco apropiado para niños pequeños! Usted ha socavado los efectos de años de enseñanza cuidadosa.

- De cualquier modo – dijo el señor, recogiendo sus pertenencias para bajarse del vagón – los tuve quietos diez minutos, que fue más de lo que usted pudo hacer.

“¡Infeliz mujer! – observó para sí mismo mientras recorría el andén de la estación de Templecombe -; durante los próximos seis meses o algo así, esos niñitos la acosarían en público para que les cuente un cuento poco apropiado.”

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Conceptos importantes relativos a la NARRATIVA.

Definiciones.

Atmósfera:
Es el estado de ánimo general, el sentimiento o el espíritu de una historia, generados por el establecimiento de los hechos y afectados por la elección de las palabras y de materia narrada.

Caracterización:
es el medio por el cual el autor da vida a los personajes, la creación de personas imaginarias de manera que parecen reales. La caracterización se consigue a través de la explicación, descripción, comportamiento, diálogos, pensamientos, motivaciones, y las respuestas de esos personajes.

Protagonista:
el personaje central que se enfrenta a un problema de base o de lucha.

Antagonista:
la persona, lugar, idea o fuerza física que se oponen al protagonista.

Climax:
el punto de mayor intensidad dramática, el punto de inflexión en la acción, después de que el lector descubre si el personaje principal tiene éxito o fracasa en su lucha.

Conflictos:
la lucha entre dos fuerzas opuestas, el problema del personaje principal.

Conflictos externos:
suceden fuera del personaje. El carácter, por lo general el protagonista entabla luchas contra la naturaleza o con otra persona o, a veces, la sociedad.

Conflictos internos o Conmoción Interior:
sucede en el interior del personaje. El carácter, por lo general el protagonista, trabaja para resolver la lucha entre dos elementos dentro de ella o él mismo. A veces, esta forma de conflicto supone la lucha del personaje contra la sociedad.

Presagio:
pistas o indicios que preparan al lector para la acción o eventos futuros. A menudo se dan consejos en la atmósfera, los objetos físicos, hechos, o los rasgos de carácter que se revelan.

Ironía:
contrario, la contradicción o discrepancia, lo que se espera y qué resultados se dan en realidad. El término se refiere al reconocimiento de una realidad diferente de la apariencia.

La ironía verbal:
se produce cuando un personaje o narrador dice una cosa pero significa lo contrario.

La ironía dramática:
se produce cuando el lector sabe más que el personaje. Las palabras o los actos de la naturaleza tienen un significado que es percibida por el carácter, pero entendido por el lector.

La ironía de la situación:
se produce cuando aparece el contraste entre lo que parece ser y lo que realmente existe o es, o un contraste entre lo que se espera y lo que sucede realmente.

Fábula:
la acción de una historia, la disposición y la secuencia de eventos relacionados.

Tiempo Cronológico:
aparición de los acontecimientos en orden de tiempo de principio a fin.

Flashback:
mira hacia atrás en los acontecimientos que ya han ocurrido.

Punto de vista:
el ángulo desde el que el narrador cuenta la historia y, por tanto, la perspectiva del lector en la misma.

En primera persona narrativa:
el narrador utiliza el "yo" y participa en la acción de la historia.

La tercera persona narrativa:
el narrador utiliza "él" y "ella" y es un observador externo de la historia.

Narrrador Omnisciente:
Este narrador es capaz de conocer, ver y contar todos los acontecimientos de una historia. Este narrador puede revelar los pensamientos y sentimientos de todos los personajes y puede incluso hacer comentarios sobre la acción y su significado.
La tercera persona, desde la cual el narrador cuenta el relato, se puede subdividir según el grado de conocimiento u omnisciencia que asume el narrador. Advierta que, como estamos hablando de grados, las subdivisiones son sólo aproximadas. Como autor está usted en condiciones de decidir cuánto sabe. Puede conocer la verdad plena y eterna; puede saber qué hay en la mente de uno de los personajes pero no qué piensa el otro; o puede saber únicamente lo que se ve desde fuera. El autor decide. Al comienzo del cuento deberá indicar al lector qué grado de omnisciencia ha elegido; una vez hecha esta señal, se abre un "contrato" entre el autor y el lector, contrato delicado de romper. El narrador omnisciente -llamado a veces narrador editor omnisciente porque dice de frente lo que se supone que debemos pensar- tiene un conocimiento total. Cuando es usted autor omnisciente es un dios; puede:

1. Informar objetivamente lo que está pasando.

2. Meterse dentro de la mente de los personajes.

3. Interpretar por los lectores la apariencia de los personajes, lo que dicen, sus actos o sus ideas, aun si los propios personajes no pueden hacerlo.

4. Moverse libremente en el tiempo y en el espacio para brindarnos vistas panorámicas o telescópicas o microscópicas, o históricas; puede decirnos lo que sucede en cualquier parte, o lo que sucedió en el pasado, o lo que sucederá en el futuro.

5. Hacer reflexiones generales, juicios, proporcionar verdades.

Narrador omnisciente limitado:
El narrador se concentra en el punto de vista de un único personaje, generalmente el protagonista, puede revelar los pensamientos y sentimientos de este personaje, sino que presenta los caracteres de otros desde el exterior solamente. El punto de vista de narrador omnisciente limitado es aquel en el cual el narrador puede moverse con cierta libertad, pero no toda la libertad del narrador omnisciente. Se puede conceder a sí mismo, por ejemplo, el conocimiento de lo que están pensando los actores en escena, y el de sus actos, pero a los demás personajes conocerlos solo exteriormente. Puede ver microscópicamente todo, pero no presumir de dueño de la verdad eterna. La forma de omnisciencia limitada que se usa más a menudo es aquella en que el narrador puede ver los hechos objetivamente, y además acceder a la mente de uno de los personajes, pero no a las del resto, ni se otorga a sí mismo ningún poder explícito de juzgar. Es el punto de vista particularmente útil para el cuento porque establece rápidamente quién es el que lleva el punto de vista o tiene los medios de percepción. El cuento es una forma tan apretada que apenas hay tiempo o espacio para desarrollar una sola consciencia. Quedarse con la visión externa de las cosas y con el pensamiento de uno de los personajes ayuda a mantener el control del foco del relato, y evita los cambios torpes de punto de vista.

Narrador objetivo:
el narrador describe las declaraciones de los personajes y las acciones, pero no revela los pensamientos o sentimientos internos de los personajes. A veces el novelista o el cuentista no desea mostrar más que los signos externos. El narrador objetivo no es omnisciente sino impersonal. Cuando se escribe como narrador objetivo se restringe su conocimiento a los hechos que cualquier persona puede observar, a los sentidos de la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto.

Resolución:
acontecimientos posteriores a la culminación, el resultado, las consecuencias.

Escenario:
contexto en el que la acción se lleva a cabo, incluyendo la ubicación, tiempo y ambiente - social, moral, emocional y las condiciones - de los personajes.

Suspenso:
es un recurso utilizado en obras narrativas de diferentes medios (cine, historieta, literatura, etc) que tiene como principal objeto mantener al lector a la expectativa, generalmente en un estado de tensión, de lo que pueda ocurrirle a los personajes, y por lo tanto atento al desarrollo del conflicto o nudo de la narración.
La anticipación como el resultado de los acontecimientos, en particular en lo que puede afectar el carácter para que el lector tiene simpatía, preguntas sobre una situación que lleva a la curiosidad o la tensión sobre el resultado de los hechos.

Símbolo:
Se trata de un objeto, acción, persona, lugar o cualquier otro detalle que también representa algo abstracto y por lo tanto un medio para comprender la historia.

Datos adicionales:

1.narrador objetivo describe las declaraciones de los personajes y las acciones, pero no revela los pensamientos o sentimientos internos de los personajes. -

2.narrador omnisciente limitado se centra en el punto de vista de un único personaje, generalmente el protagonista, puede revelar los pensamientos y sentimientos de este personaje, presenta los caracteres de otros desde el exterior solamente.

3.La ironía situacional se produce cuando se da un contraste entre lo que parece ser y lo que realmente existe o es, o cuando hay un contraste entre lo que se espera y lo que sucede realmente.

4. Ironía, contraste, contradicción o discrepancia, lo que se espera y qué resultados se dan en realidad. El término se refiere al reconocimiento de una realidad diferente de la apariencia.

5.La ironía dramática se produce cuando el lector sabe más que el personaje. Las palabras o los actos de la naturaleza tienen un significado que es percibido por el carácter, pero entendido por el lector.

6.Conflictos externos son aquellos que ocurren fuera del personaje. El carácter, por lo general el protagonista, debe mantener luchas contra la naturaleza o con otra persona o, a veces, con la sociedad. -

7. La ironía verbal se produce cuando un personaje o narrador dice una cosa pero significa lo contrario.


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